Dicen los antiguos de mi tierra (y lo dirán los antiguos de otras tantas) algo que suena tan viejuno como cierto: «el hábito no hace al monje». Aunque aplicado a organizaciones, empresas, aplicado a esta carrera de la llamada «transformación ágil», o «transformación digital», o como se llame, algo debe tener el «hábito» que está todo el mundo trabajando en ponerse uno que le quede lo más «fashion» posible.
Si has estado en alguna de mis charlas sobre equipos ágiles, o en algún curso, quizá recuerdes que en ocasiones hago un juego – pregunta de… «¿recordáis el peor lugar, físico, en el que habéis trabajado?» Siempre hay alguien que cuenta su anécdota sobre sitios insospechados y cutres en los que trabajó (los informáticos solemos ser los peor parados en lo que refiere a recuerdos de sitios tétricos), luego pongo las fotos (anónimas) de los sótanos en los que yo programé y oficinas terroríficas en las que trabajé.
Hoy sigue habiendo mucha mazmorra de Mordor en en la que trabajar… pero menos, o más escondidas, quizá porque lo peor que puede hoy escuchar alguien de los antiguamente llamados «Recursos Humanos», un «líder de la Transformación Digital», el «Head of lo que sea» (como se le dice ahora), etc., de una empresa que necesite la tecnología para competir (es decir, casi todas) es que su empresa tiene imagen… viejuna, rancia, casposa o deprecated.
Y una manera de no parecerlo, que no necesariamente de dejar de serlo, es cambiándole el “look and feel” a las oficinas.
En realidad no parece importar tanto que realmente trabajemos en modo viejuno, el verdadero problema es… la imagen de viejuna. Quizá también te haya contado lo de aquella empresa para la que trabajé, hace años, que rediseño sus oficinas de manera muy «mega fashion», incluyendo, entre otros, varios futbolines… estando muy mal visto que alguien se pusiera a jugar con ellos. Los futbolines estaban para enseñarlos a las visitas, no para jugar. Cuestión de imagen.
Dar imagen viejuna, en el mundo de la tecnología, un mundo en el que no es difícil encontrar trabajo, tiene en estos tiempos un grave problema: te deja en muy mala posición para contratar gente buena (o, ya que estamos, captar talento, que queda más fashion). E, incluso para muchos, haber trabajado en una empresa etiquetada como viejuna es una mancha en el currículum, que tendrá que explicar cuando quiera buscar otro trabajo (en una empresa fashion).
Qué te voy a decir, obviamente, lo suyo sería que el cambio de un modelo de trabajo viejuno a uno, digamos, moderno, esté en la cultura, esté en el interior. Cierto es que, estándolo, hay que darle visibilidad, pero trabajar de manera ágil (con la amplitud de lo que eso significa) debe estar en el corazón, no en la ropa. Lo que no quita que luego te pongas guap@ para que se vea.
En cualquier caso, tu anda atento, y no te dejes engañar por las apariencias, por las oficinas molonas, o por las de aspecto cutre, profundiza un poco más y recuerda aquello de que los diseñadores de interiores sabrán de lo suyo (querido decorador: piénsate bien el re-diseño del espacio físico y como dejas el trabajo en grupo), pero no de agilidad.
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Javier acabas de abrir un gran melón para nuevos títulos en linkedin: «Agile Office Designer», «Decorator Coach», «Program Manager for Office Transformation»… ya paro 🙂