Como sabéis, hace unos días fueron en Móstoles (Madrid) las II Jornadas de Calidad del Producto software y el primer QA Open Space. Como en cualquier evento, aprendes, desaprendes, sacas cosas buenas, malas, te tragas charlas malas, te tragas charlas buenas, etc. Pero, especialmente en el evento de este año, personalmente, tengo que destacar la cantidad de amigos que, después de años, pude volver a ver.
En su día, muchos de esos amigos trabajamos juntos, codo con codo, en su día, a alguno de ellos yo lo contraté, otros, posteriormente, me contrataron a mi, en su día fui “jefe” de alguno, después alguno fue “jefe” mío, a alguno le ayudé a encontrar otro trabajo, otros me buscaron trabajo a mí, etc.
Han pasado ya sus años de todo aquello y los anteriores siguen siendo amigos, de esos que cuando nos volvemos a ver después de mucho tiempo… parece que retomamos una conversación que dejamos ayer mismo.
Pero claro, no son todo amigos y buenas sensaciones lo que te encuentras en una conferencia. A la par, se te acerca gente que con sólo nombrar la empresa en la que trabajan… los recuerdos te hacían sentir un escalofrío recorriendo la espalda, un sudor frío que moja tu frente y disparar todos los sentidos arácnidos.
Seguramente habrá centenares de cosas, subjetivas la mayoría, que hagan que, en el ámbito profesional, después de años, alguien siga siendo amigo frente a que te produzca escalofríos verle a él o escuchar el nombre de la empresa de la que viene.
Pero quiero detenerme en un aspecto en el que he estado pensando estos días: la diferencia entre un grupo y otro es que los del primero, los amigos, nunca se saltaron la ética y los valores de la profesión.
La ética y los valores de la profesión, curioso porque no están escritos en ningún lado, no hay un libro que los cuente, ni es algo súper explícito que te cuenten en la Universidad. Ni siquiera todos tenemos los mismos valores, o idea de la ética profesional, hay quien incluso ni tiene valores ni ética.
Aquí en informática o en desarrollo software sucede igual que con la educación o los valores en la vida en general: son cosas que se aprenden o no se aprenden, se pasan de padres (hablo también padres profesionales) a hijos (hablo también a hijos profesionales, o de los profesionales). Se saben o no se saben, se tienen o no, hacen que seas mejor persona (o profesional) o que no lo seas.
Después del párrafo anterior comprenderás que me sea difícil contar qué es la ética y los valores en la profesión. Qué es ético, qué es un valor. No tengo idea de hacer un código ético en este post. Pero si, curiosamente, me es fácil contar casos de lo que no es ético y ejemplos de lo que no es un buen valor (al menos, para mí y para aquellos con los que coincido).
Y por ello, me he dedicado un rato a pensar algunos ejemplos, siempre reales, ya sabes, demasiado comunes, de cosas que, en mi opinión, he visto y sufrido que no son éticas ni son valores:
– Contratar (o intentar hacerlo) de manera no ética a la gente de otro equipo – empresa a la que conoces. Cosa totalmente legal, pero no siempre ética (es ética cuando aquel al que le van a quitar la gente del equipo, a su vez, no tiene ética). Véase un ejemplo, estas liderando un proyecto (startup, empresa, etc.) y alguien de otra empresa (normalmente mayor) intenta contratar a alguien de tu equipo, normalmente haciéndole una oferta económica sin decirte algo antes (aunque sólo sea para avisar o para quedar bien). Yo esto lo he visto y sufrido muchas veces, aquellos con ética te avisan antes, -“oye me gustaría que Pepe se venga con nosotros, ¿cuándo te viene mejor? ¿te rompo mucho el proyecto”- , y aquellos sin ética van directos a la persona concreta y le hacen oferta.
– Gritar y/o insultar a alguien en una reunión aprovechándote de tener una posición dominante. Véase ser su jefe, o ser aquel que grita el “cliente” y el gritado, o gritada, el “proveedor”. Siguiendo la línea, lo he visto y sufrido… pero menos, digo menos porque a la primera voz yo tengo por costumbre levantarme e irme.
– Presentarte a una auditoría llevando evidencias falsas, creadas de manera consciente. Véase, por ejemplo, falsear las fechas en las que se subió algo al gestor documental de turno, “tuneando”, conscientemente, el sistema.
No es cuestión de alargar el post, que daría para muchos otros, y al que se podrían añadir otros clásicos como “para lograr un proyecto pagar a la gente menos que lo que cobra un empleado/a del hogar, no solo haciéndole mal a la persona contratada sino también al sector entero”, “inventarse cosas en el currículum, bien para ser contratado o para llevarse un proyecto” (creí que esto nunca lo vería y sí, al final, también lo he visto), etc.
Supongo que los que hayáis llegado hasta aquí se os habrán pasado por la cabeza muchos otros puntos a añadir a la lista… ya sabes, estaremos todos encantados de “escucharlos” en los comentarios del post.
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Hay cosas que no son éticas cuando cliente y proveedor se confabulan en proyectos de mala calidad, en donde los platos rotos los termina pagando el equipo, y todo el ecosistema. Dejo por aca este post que escribí hace poco : ¿Compras / vendes / licitas Proyectos problemáticos de software? – Un pequeño deja vu
No es ético cuando:
– el desarrollador dice:»que mis errores los encuentre el tester, yo solo me limito a escribir buen código»
– el comercial solo le importa vender el proyecto, sin importar el equipo
-cuando el desarrollador escribe código a la «maldita sea», sin preocuparse por buenas prácticas
-cuando la academia dice que no hace parte de su labor formar buenos ingenieros de software
-cuando el desarrollador omite las buenas prácticas que le son recomendadas
-cuando el desarrollador encuentra deuda técnica y no la reporta…
-etc, etc, etc..
Lo que hacen todas las grandes: ganar proyectos que piden n recursos tirando los precios y poner realmente n/4 recursos reales una vez ganados, más 3n/4 recursos ficticios que están imputados previamente a otros proyectos. Falta de ética, competencia desleal y sobre todo, clientes incompetentes; porque no olvidemos que la mayoría de las fechorías que cometen las empresas se debe a la manifiesta incompetencia de lo clientes. Y si el cliente es una administración pública, entonces esta regla tiene pocas excepciones.