Oye, en serio, que si no es porque me puse a preparar mi ponencia para la Noche de la Ingeniería de la Informática y sino es porque pensé en darle un toque más personal hablando de mi experiencia, sino es por ello… no me habría dado cuenta de los sótanos en los que he trabajado, programado, disfrutado, etc., a lo largo de mi carrera profesional.
Pero es más, es que según los enumeraba durante la charla… ¡no me sentía solo! Y veía entre los asistentes esas caras de “y yo también”. Caras que corroboré cuando después de la charla pude hablar con muchos de ellos que me decían… “Javier cómo me he visto identificado, ¡yo también he programado en un montón de sótanos!”
Curioso, ¿será algo identificativo de la profesión? ¿de los que hemos vivido en modo body shopping trabajando para empresas en las sí había mucho trabajo para nosotros pero nunca sitio? Uf, espero que no, que ya no sea así, y que esto sólo haya sido anecdótico.
Volviendo a la charla, para la misma recuperé de las profundidades del disco duro la foto del sótano de un periódico para el que trabajé, aquel en el que había que sentarse con “el plumas” del frío que hacía, las fotos del sótano de un antigua estación de otra organización para la que trabajé, que solía inundarse si llovía mucho (nunca nos toco ver “en directo” ninguna inundación allí trabajando, pero deducimos que así pasaba al llegar algún lunes y ver tierra mojada y cucarachas muertas en el suelo), las de un sótano almacén de otra empresa para la que trabajé, cuyos baños, para más emoción, se inundaban de vez en cuando, etc.
Qué recuerdos los sótanos, sí.
Pero que no os quede una mala sensación, que no, en serio, seguro que los que estáis leyendo este post y también habéis disfrutado de un sótano sabéis lo que un sótano une a la gente, “team building” de sótano que le llaman algunos gurús, el compañerismo que genera (va en serio), las buenas historias que da para contar luego, para poner fotos de sótanos en un powerpoint revival, etc.
¿Has trabajado tú también en un sótano?
¿En cuántos sótanos has trabajado?
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Buen artículo.
Sí da mal rollo, no es anecdótico, ya que es un reflejo de que somos los parias de las profesiones, de los trabajadores de cualquier ámbito.
En la JCyL, por ejemplo, casi todo son sótanos, algunos con rejas, mala calefacción o aire acondicionado, etc. y si no lo estás, te acaban moviendo a él. Aunque en otras ocasiones dé para anécdotas, generalmente no es buen ejemplo cuando se convierte en regla. En otras empresas parecido.
Da igual que seas body shopping, que personal laboral fijo por oposición… el sótano lo tendremos siempre en común.
… aunque un sótano no siempre une (música de película de terror)…
Por desgracia yo también he trabajado en un sótano en una consultora, y fue una de las experiencias mas surrealistas de mi vida. Pero como bien dices, el equipo hicimos piña, y también fue de las mejores experiencias laborales (respecto al equipo)
¡Qué tiempos! Yo los llamaba «galeras», fueron unos cuantos sí. Desde los que sólo veías la luz eléctrica a los que te tenías que hacer saltos para no caer en el falso suelo pasando por los que olían a tabaco que te sentaban de golpe, queda lejos y parece impensable pero aún se fumaba en todos los sitios y había poca opción de una buena ventilación. Tampoco tengo mal recuerdo, muchas horas allí, pero también muchas risas y muchos buenos ratos empapándonos como esponjas de todo. Muchas gracias por haber traído una sonrisa al día de hoy.
Yo estoy trabajando ahora mismo en un sótano. Pero hay unos ventanales fantásticos desde donde veo collserola. Es un sótano de oscurantismo informático.
Hola a todos.
Actualmente estoy trabajando en un sotano, aunque se podria decir que es un semisotano pues hay unas ventanas que dan al muro exterior del edificio ( la calle es cuesta abajo y por eso aun se ve algo la calle).
Si, tambien estoy en una consultora trabajando para el cliente.
Un saludo
¡Cúanto daño ha hecho la cultura del garage de Steve Jobs! ja, ja. Parece ser que las grandes ideas tenían que tener lugar en sitios oscuros, sin ventanas y poco ventilados. ¿Será esto mi maestro?
Yo por suerte no, pero sí tuve una compañera que trabajó en una planta menos cuatro o cinco, en un búnker. Después de aquello lo preparó todo para volverse a su pueblo… Lo consiguió. Ahora es una feliz mamá campestre.