En estos meses, por ejemplo, me encontré con una bastante desastrosa gestión, aparentemente Ágil, con multitud de carencias de base, y donde lo único que preocupaba era si «estábamos siguiendo LeSS«.
Llevamos años anunciando el peligro en el que está la palabra Ágil, al esconderse bajo ella multitud de malas interpretaciones, intentos de camuflar el Lado Oscuro, etc., que crean verdaderos problemas bajo una falsa Agilidad.
Aún así la moda Ágil aguanta, veremos cuanto, pero lo que también aguanta y continua son conocidas, y poco populares, maneras de fallar en Agilidad, como…
La superficialidad: No tener claro el «para qué» y los mínimos para lograrlo
Más allá de los mínimos de manifiesto Ágil, de sus interpretables valores y principios (que, increíblemente, muchas organizaciones «ágiles» incluso desconocen), hay (como veremos en el siguiente punto de «selección parcial de prácticas»), muy diferentes interpretaciones de qué supone ser Ágil.
Y es increíble el número de veces que cuando pregunto «para qué (que no «por qué») estáis implantando Agilidad» nadie lo tiene claro. Yo (y por supuesto no me lo he inventado yo) lo tengo claro: aportar valor a negocio, si no aumentamos el valor… ¿qué sentido tiene? (hay post aquí desde hace 7 años diciendo esto)
Y hay unos mínimos que deben guiar ese aporte de valor: búsqueda de eficiencia / velocidad, reduciendo desperdicios, potenciando el Peopleware, con experimentación constante y con poderes Ágiles equilibrados con responsabilidades (esto lo resumí en Agimantium, que está en revisión, y que te mencioné aquí).
Y si los anteriores mínimos, encima, no los tiene claros ni el Scrum Master… «apaga y vámonos».
Las superficialidad también puede manifestarse de otras maneras, quizá la más popular es… las certificaciones. Parece mentira que la comunidad, las empresas de hoy en día, sigan equiparando saber a tener una certificación. Certificaciones, sí, pero como reconocimiento a superar una certificación, y no como equivalente a ser Ágil.
La selección parcial (¿interesada?) de prácticas Ágiles
Esto te lo comenté con más detalle hace unos días en un post, en el de las burbujas de prácticas Ágiles… tanto poder como peligro. Hablar de «esto es Ágil», «esto no es Ágil», etc., oculta una combinatoria de prácticas altísima y diferente de prácticas, raramente igual en dos sitios, no siempre efectiva y ni eficiente.
El fallo seguro aquí es hacer una selección de prácticas Ágiles descompensada, quedándonos con unas… pero olvidando otras. Creando una sensación de Agilidad, por el uso de prácticas Ágiles, pero sin efectos en el valor y la eficiencia.
La peligrosa y mal interpretada auto-organización
La auto-organización mal entendida es, sin duda, uno de los focos más ricos y populares de posibilidades para liarla en agilidad.
Equiparar auto-organización a anarquía, auto-organizacion a ausencia de responsabilidad, a ausencia de liderazgo o a que auto-organización es igual a que todas las decisiones queden bajo la absoluta (y a veces caprichosa) decisión de los equipos es… alta probabilidad de morir por mala Agilidad.
Si a esto le añadimos no correlacionar el grado de auto-organización con el grado de madurez del equipo, tenemos una más que segura catástrofe Ágil.
Olvidar las prácticas técnicas
Esto lleva ahí desde antes de que la Agilidad tuviera nombre: un modelo basado en planes cambiantes debe tener productos preparados para el cambio. Y eso pasa por ciertas prácticas técnicas básicas: testing, control de deuda técnica, estrategia de versiones, diseño incremental, etc.
eXtreme Programming es sin duda el compendio Ágil más potente en este sentido, el que mejor sintetiza las prácticas técnicas Ágiles y necesarias.
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