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En el mundo Ágil, y pre-ágil, hay un par de palabras que ya casi hemos olvidado, pero que en su momento fueron muy utilizadas para justificar el uso de frameworks Ágiles frente a los que tenían como base al cascada: ligeros vs pesados.
A estas alturas creo que no hace falta que te explique la cantidad de «peso» que tienen (digo tienen, no tenían) las metodologías, procedimientos, normas, calidad, proyectos, papeleo, etc., de la gestión clásica. Una de las, entre varias, razones que impulsaron el uso de frameworks Ágiles.
Pero dejando a un lado los modelos clásicos de gestión, hacer uso de Scrum, XP, un Kanban agilizado, etc., no evita, por defecto, el caer, incluso, en «hacer» una Agilidad… pesada.
Y, hasta cierto punto, una Agilidad pesada pudiera llegar a ser… una dudosa Agilidad.
Pero cierto es que, en algo tan amplio como madurar un cultura Ágil, hay miles de diferentes maneras de operar, algunas más ligeras y algunas… más pesadas.
Es decir, por poner unos ejemplos…
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida de Javier Garzás (@javiergarzas) el
No es cuestión de extenderse y hacer «pesado» el post, la anterior lista es realmente larga.
La reflexión que yo hago con muchos equipos, y que quería dejarte aquí, es que la mejora, la Ágil también, es un proceso continuo e infinito. Que tiene el objetivo de entregar valor, lo más frecuentemente posible, etc., y que un camino para ello es aligerar tu Agilidad.
Es normal, y hasta recomendable, que empieces con un Scrum «de libro» (o con el framework que esa, o con la combinación de frameworks y prácticas que mejor te venga, si bien es cierto que frameworks pseudoágiles como SAFe te van a ayudar poco y te lo van a poner difícil), pero que tienes que ir aligerándolo, en aquello que vayáis viendo que es un desperdicio eliminable o sustituible por otra práctica Ágil más ligera.
Ciertamente, esto es una manera más de aplicar la idea del Shu-Ha-Ri a tu evolución Ágil.