No vamos a poder hacer un "check list" de qué es, y qué no, cada dedicación en el mundo de la Agilidad

Cuando estudiaba la carrera de informática, allá en un lugar de La Mancha, entendíamos que cuando terminásemos íbamos a ser… informáticos. Cierto es que, ya por aquellos tiempos, lo de ser informático empezaba a ser una palabra maligna, porque ya se estilaba decir por aquellos entonces cosas como que «cualquiera que toque un teclado es informático», «informático suena al que arregla impresoras»… y otras acepciones clásicas del estilo.
Quizá por aquello, o por la eterna influencia anglosajona en el mundo de la tecnología, que empezó a estilarse sustituir lo de «informático» por «ser ingeniero software» (por aquello del software engineer). Lo cual lleva dando años de debates eternos (en los que no voy a entrar por no ser objetivo de este post), sobre si esto es ingeniería, o artesanía, o un juego, etc.
Entiendo que a la mayoría le gusta, o nos gusta (ya no lo tengo tan claro), encasillar bajo una terminología lo que hace. Y con ello poder dejar claro al resto a qué se dedica. O qué es lo que espera cuando saca una oferta de trabajo o se presenta a ella.
El mundo, como debe ser y le corresponde, ha evolucionado mucho, y hoy, más allá de lo que estudiaras o estudies, hay un montón de dedicaciones que no se pueden «alinear uno a uno» con una carrera universitaria concreta. Y, es más, dedicaciones para las que no hay (ni probablemente habrá) una definición de libro sobre qué son, y qué no, esas dedicaciones.
Pongamos un caso cercano… ¿Qué es ser un Scrum Máster? Y ¿Qué es ser un Product Owner? Más aún… ¿Qué es «me dedico a la Agilidad»? Más difícil todavía 8por no mencionar la palabra DevOps)… ¿Qué es ser un Agile Coach?
Podríamos enumerar largas listas, a modo de «check list» Taylorista, sobre qué se espera de cualquiera de las anteriores dedicaciones. Serían listas peligrosas, sin duda, podrían caer en manos de cualquier Mordor.org, que inmediatamente sacaría una certificación de profesionales con ellas.
De hecho, esas listas existen, pero hay tantas, y tienen límites tan difusos (lo cual no es una crítica), tienen tantas interpretaciones, que se abren a muchas posibilidades como para tratarlas al estilo binario (entras o no entras en ellas).
Como dijo alguien el otro día, «si alguien me dice qué es un fontanero me queda claro qué es» (qué peligro tiene las comparaciones con albañiles y fontaneros, el ejemplo del albañil y la estimación software y la ágilcada vez que alguien compara software con coches o casasdos razones por las que desarrollar software no es lo mismo que fabricar coches o construir casas) pero si me dice que es un Product Owner / Scrum Máster / Agile Coach / Agile Tester / x, por centrarme sólo en profesiones relacionadas con el mundo Ágil… «no tengo claro a qué se dedica».
Podemos tomarnos lo difuso de ciertas dedicaciones (no sé si la palabra «profesiones» aquí es correcta) como un problema o como algo que, según avanza esto, tiene pinta de llegar a ser normal y a lo que hay que acostumbrarse (con sus ventajas e inconvenientes). Tiene pinta de que aquello de que aparezcan (o se demanden, o pongan de moda) nuevas dedicaciones, tan ambiguas como para no poder para pasar a la gente por un «check list» Taylorista que diga si entran o no, va a ser normal. Acostumbrarnos a que aparezcan, cambien… o desaparezcan.
Creo que en profesiones relacionadas con tecnología no vamos a lograr acotar escrupulosamente qué es cada dedicación. No va a estar tan fácil como lo tienen los albañiles y fontaneros (menuda comparación), pero, y centrándolo en el mundo ágil… ¿no era esta la «profesión» del bienvenido el cambio, enfrentarse a entornos complejos, incertidumbre, etc.? Entonces… ¿por qué nos da miedo la incertidumbre y el cambio aplicado a las etiquetas profesionales?

Javier Garzás

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