Su usa mucho eso de tener «memoria fotográfica», «memoria selectiva», y otros tantos, pero es que yo creo que tengo… memoria «peliculera», que de entrada sé que suena raro, y supongo que el término no existe (o si existe tendrá otro nombre más fino), y que es algo así como que se me quedan en la cabeza trozos de películas, diálogos incluso, y, de pronto, como aquel al que le llega un olor y le viene un recuerdo… veo «escenas» de la realidad que me traen a la cabeza escenas cinematográficas (si has leído mi libro de Peopleware, Equipos Ágiles y Management 3.0 te sonará lo que te cuento).
Así que mientras escuchaba aquel debate, con promesa de discusión, me vino a la cabeza aquella escena de «Soy Leyenda», esa película de zombis (que todo amante del género ha tenido que ver varias veces).
Es la escena en la que Will Smith se despierta después de haber estado herido e inconsciente y encuentra Anna, a la que no conocía de nada, pero que le había rescatado de unos zombis malotes la noche anterior, en su casa preparando el desayuno. Anna, improvisando el desayuno en casa ajena, había encontrado huevos en polvo y bacon. Y Will Smith, al ver el desayuno, entre deprimido y enfurecido, monta en cólera y le dice a Anna, casi llorando, que llevaba, años guardando ese bacon.
Son los pequeños detalles, cosas tan pequeñas… que pareciera que no tuvieran ni repercusión ni importancia. Pero la cultura, Ágil, o la que sea, vive en los pequeños detalles.
El macro mundo de las transformaciones Ágiles parece vivir de grandes planes de cambio, grandes programas de formación, grandes reestructuraciones, grandes eventos, grandes presentaciones de inicio de curso, grandes instalaciones de herramientas… Los intentos de tener una cultura Ágil (o la cultura que sea) mueren en los pequeños detalles, como ese bacon que parece insignificante y que no merece mínima estima y atención.
Y mueren cuando apenas nos saludamos, cuando no hay sonrisas, cuando cuesta trabajo levantarme para decírtelo y prefiero enviártelo por mail, muere en ese uso imperceptible del yo frente al nosotros, en esa mirada de «te has equivocado», en esas pequeñas intolerancias, en ese sutil «te lo dije», en ese «no lo intentes que no te va a funcionar», en esa frase defensiva al final de un mail, en esa breve pereza justo antes de entrar en el trabajo, en esa línea de código que a nadie importa, en ese test que da igual…
No desconsideres al «bacon» por parecerte insignificante, porque un cambio cultural está repleto del cambio en un montón de «pequeños» detalles.
Que la agilidad te acompañe.
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Muchas gracias Javier.
A mi me me pasa lo que a tí pero, en vez de con las pelis, con la música.
En este caso quizás lo enlazaría también con la banda sonora. Un claro ejemplo de cómo deberíamos afrontar la vida lo refleja la canción de Marley (Three little birds) en la peli.