La Ley de Hebb y por qué cuesta tanto cambiar la manera de trabajar

Siendo el tema de la Neurociencia y la Agilidad, o, en general, su aplicación al cambio de cultura, algo relativamente nuevo para mí, y sin que yo sea, como bien sabes, ni de lejos, neurocientífico de profesión, puede que cometa algún error de base al escribir sobre este tema. Pero, en plena filosofía ágil, hay que experimentar y aprender del error controlado.

En este post quería escribir sobre la Ley de Hebb y su aplicación al coste de cambiar de hábitos. La Ley de Hebb, para Dummies (hay n-mil webs sobre el tema), y espero no meter la pata al simplificarla, dice que si reforzamos las conexiones neuronales estas se vuelven más fuertes. Típicamente, esas conexiones se refuerzan mediante la repetición y llega un punto en el que pueden ser tan fuertes que hagamos cosas de manera inconsciente.

Ejemplos típicos de lo anterior, compara cuando aprendiste a conducir a cómo lo haces ahora, o cómo haces ciertas rutas en coche de manera inconsciente.

Ciertas conexiones llegan a ser tan fuertes que aunque no se ejerciten durante años, y se debiliten con el tiempo, no desaparecen, y es por ello que aunque no montes en bici desde hace años, si lo hiciste en el pasado con frecuencia… en poco recuperas la destreza del pasado. Esto también pasa con los idiomas, etc.

Ahora, y a lo que vamos con este post, ¿cómo aplica todo esto cambiar un hábito de años por otro nuevo? Pues en que supone un «coste cerebral» bastante alto. Alto porque supone debilitar esas conexiones fuertes y crear nuevas… y eso no es fácil. De hecho, según lo anterior, conexiones que han sido muy fuertes… pueden estar, aún débiles, siempre ahí.

Así que, por ejemplo, dejar de aplicar ciertos modos de trabajo de años y cambiarlos a, por ejemplo, todos esos que metemos bajo el paraguas Ágil, supone luchar contra conexiones neuronales que pueden estar muy fuertes y, a la vez, crear nuevas conexiones, repetir esos nuevos hábitos, para hacer esas nuevas conexiones fuertes. En este punto, repetir mucho esos nuevos hábitos parece una buena estrategia, hasta llevarlos a conexiones fuertes (lo cual me recuerda, de nuevo, a lo de Shu-Ha-Ri).

Pero, para ponérnoslo aún más difícil, la creación de esas nuevas conexiones neuronales tiene un importante consumo de oxígeno, y eso al cuerpo humano, al cerebro, que ha evolucionado en base a lo de ahorrar energía, como que no le gusta mucho, lo cual, volvemos a lo de siempre, va a requerir de mucha fuerza de voluntad y motivación para hacerlo.

El tema está bastante estudiado en el campo de la Neurociencia y en este post mi objetivo ha sido simplificarlo al máximo y ver su aplicación al cambio cultural, al cambio en las maneras de trabajar, etc.

Y voy a terminar con una pregunta…. ¿podrían llegar a ser tan fuertes ciertas conexiones que nos incapaciten para poder llegar a cambiar ciertos hábitos….? Ahí te lo dejo.

Javier Garzás

2 comentarios en “La Ley de Hebb y por qué cuesta tanto cambiar la manera de trabajar”

  1. En algunas culturas de trabajo, por más fuerte que sea una conexión, si el cambio es simple, sencillo y conlleva a facilitar la labor diaria es factible de lograrlo.

  2. Me dejó pensando lo de las conexiones fuertes en las situaciones de mujeres que sufren violencia de género, se separan y vuelven a elegir parejas violentas. Parece que en lo emocional tambien sucede que es dificil cambiar. Muchas habían vivido situaciones de violencias en su infancia, siendo testigos de violencia.

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