Cuidado (de nuevo) con las herramientas y su, supuesta, necesidad para "ser Ágil"

Desde los albores de la gestión software, desde la antigua ingeniería del software (¿Dónde quedó la ingeniería software?), desde la hoy más popular Agilidad, desde tiempos inenarrables, centenares de voces nos han pretendido alertar sobre el uso, el abuso, el poder hipnotizante, de las herramientas de gestión.
En uno de esos descansos, compartiendo un triste croissant y un café malo, Mr. NoBody comentaba el otro día como en su empresa habían comprado la herramienta de gestión… llamemos ACME, porque «como tenía tableros y columnas», entonces, «así ya serían Ágiles». Y otro que pasaba por allí, al escucharlo, nos dijo que en su empresa habían comprado la misma, ACME también (todo el mundo compra ACME), pero que simplemente habían migrado el Workflow corporativo «de Mordor» que ya tenían, en una herramienta previa, a ACME y que así supuestamente… «ya serían Ágiles, ¡pero el Workflow de trabajo era el mismo!».
No deja de ser curioso pensar en «ser Ágil» comprando una herramienta… cuando hay un valor del manifiesto Ágil que dice individuos por encima de herramientas.
Recuerda que no hay peor cosa, ni cosa más difícil de eliminar, que una mala práctica que, además, se automatiza. Prácticas malas en posit son mala cosa, pero hacerlo de manera automatizada, en una herramienta, con sus Workflows y sus cosas, es, además de malo, rápido, silencioso, masivo, de largo alcance, hasta se puede apretar el botón fácilmente desde casa.
Si quieres un consejo, el consejo que a nuestros padres de la gestión software le dieron los abuelos de la gestión software, mantén bajo control el uso de herramientas. Si quieres poner reglas, en vez de poner normas por todos los sitios (los problemas de tener muchas reglas o en vez de reglas y normas por defecto… ausencia de reglas por defecto), mejor deja que los equipos se auto-organicen y desahoga tu necesidad de controlar con reglas… en las herramientas.
Que las herramientas sean el reflejo de una potente manera de trabajar, no que instauren una mala manera, y hagan difícil cambiarla, que se mantengan lo más simples, no llenas de Workflows y de Backlogs atestados de tickets y tickets, que serían necesarios años para terminar con ellos, y de tableros infernales que no dejan de mostrar una organización estructurada por silos, alejada de la multifuncionalidad, con bonitos colores.
Hay pocas reglas inamovibles, pero si sensaciones que te pueden guiar, y, por lo general, cuando algo no es sencillo es que hay una solución mejor, y una herramienta que implanta una manera compleja de trabajar… no tiene buena pinta.

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