La última vez que en una empresa alguien intentó obtener una certificación de la calidad software mejorando de verdad la calidad software fue en algún momento entre el 2015 y el 2018.
Aproximadamente, en aquellos años también fue cuando desapareció la última certificación de la calidad software confiable.
Ese último intento se desencadenó justamente en el momento en que la empresa ALN no pudo presentarse por segunda vez a un concurso público… por no tener una certificación software. Apenas 8 días después, el director de calidad Muñoz ya había comprometido con sus jefes parte de su variable anual a la obtención de una dichosa certificación de la calidad software.
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– Te llamé porque me dijeron que eras el mejor en temas de calidad software. Necesitamos una certificación de la calidad software en menos de 6 meses – dijo Muñoz, al consultor Alan, mientras se sentaba.
– Deberías saber que muchas empresas necesitan años para mejorar la calidad – contestó automáticamente Alan. Se notó que no era la primera vez que decía aquella frase.
– Quizás no me expliqué bien. No necesito calidad… Necesito una certificación de la calidad.
– Para ello lo mejor será que creemos un plan para dejar los sistemas y equipos con la calidad suficiente como para superar una auditoría de certificación, comenzaríamos con un estudio de la situación, para plantear las…
– No hay tiempo para tonterías – interrumpió bruscamente Muñoz – La certificación debe estar lista en 6 meses. Además ¿Para qué quiero un estudio de situación? ¿Para qué me diga lo que yo ya sé? Ya sé que no tenemos calidad. Ya sé que no tenemos una certificación.
– Ya, pero eso nos ayudaría a saber dónde están los problemas y poder aplicar las técnicas correctas de ingeniería software…
– No me digas que aún crees en esas supersticiones. La ingeniería software es algo teórico. Yo ya sé cuál es la única forma real de mejorar la productividad software: contratando más programadores.
– Entonces… ¿Me estás pidiendo que te ayude a fingir que tenéis calidad y así superar una auditoría de certificación?
– Puedes llamarlo así. Todo el mundo se certifica de esa manera. Así lo hacen otras empresas. Y así lo hemos hecho nosotros con otras certificaciones. Ese es el juego.
– No puedo ayudarte. Y no creo que ese método te funcione.
– Seguro que sí.
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Al auditor Fran se le disparaba cada vez más frecuentemente ese instinto que le hacía no mirar demasiado ciertas evidencias. Y eso creaba dudas en sus pensamientos.
“Quizás si hubiese mirado más las fechas de ese documento, si hubiese hecho un update en la herramienta de control de versiones, si hubiese preguntado más a aquel jefe de proyecto…” – se decía a sí mismo muchas veces.
Pero él sabía que aquel instinto estaba ahí para ayudarle. ¿Para qué mirar con más detalle? ¿Y si encontraba una evidencia falsa? ¿Qué haría? Sabía que tendría que fingir no haberla visto. Y eso era peor. Era peor fingir no haber visto una evidencia falsa que tener la duda de si lo era o no.
Qué más daba si era falsa o no.
Sabía que en cualquier caso tenía que conceder la certificación. Si no lo hacía otro auditor ocuparía su lugar y la concedería.
Y si se corría la voz de que era muy estricto nadie querría contratarle.
Su facturación bajaría.
Quedaría en la ruina.
En cualquier caso todo el mundo confiaba siempre en las certificaciones.
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Como storyteller describes muy bien la realidad.
Nos hemos preguntado si algún día estas cosas serán leyenda, o seguirán siendo siempre realidades.
Saludos y buen 2013
Raúl